El "1" del "Mono" Navarro Montoya
Si uno recuerda a Carlos Fernando Navarro Montoya como
futbolista, no puede dejar de pensar en una tragedia su particular estilo, en
su pelada con pelo largo, en los jeans Vanquish, en su incansable lucha para
ser convocado a la selección argentina y, por supuesto, en su clásico buzo del
camión. Sin embargo, hubo otro detalle, quizás menos llamativo, que acompañó al
arquero durante toda su trayectoria: el número 1. Pero no cualquier uno.
Conozcamos la historia.
Nacido en Colombia, pero formado futbolísticamente en
Argentina, el Mono debutó en Vélez Sársfield en 1984 y desde sus comienzos se
mostró como un jugador distinto. No sólo ocupar el arco y por aceptar a
temprana edad el llamado de la selección cafetera, sino también por otras
cuestiones que tenían que ver con la imagen, aspecto poco explotado por aquel
entonces.
La indumentaria de Navarro Montoya siempre estuvo signada
por un número 1 bastante extraño, gordo, de forma irregular y bien grande.
Presente en la espalda, en el pecho y en el short. Único y personal. Cuando uno
veía ese 1, sabía que pertenecía al Mono. Algo parecido a lo que sucedía con
Fillol, con esa especie de I latina uno en números romanos. Ni más ni menos que
una marca registrada.
En Independiente Santa Fe, en Vélez, en Boca. Podía cambiar
de club o de buzo, pero el 1 siempre se mantenía. Incluso algunos intentaron
cambiárselo, pero él se negó siempre. El empresario y diseñador Oscar Tubío,
autor de algunas camisetas célebres del fútbol argentino, recuerda el motivo:
“Él vino a hablar conmigo una vez. A mí el camioncito no me gustaba y el 1 no
me dejaba tocarlo, porque lo había hecho la mamá. A mí me recordaba al pingüino
de vino que le servían a mi papá en el bar”.
En 1996, la imagen personal del arquero comenzó a chocar con
la institucional del Xeneize. Mientras el club continuaba su relación con Olan,
el Mono se mostraba con un buzo de la firma danesa Hummel. Unas semanas más
tarde, Olan pasó a ser Topper y entonces el colombiano comenzó a usar un buzo
verde, sin marca aparente, pero con el 1 de siempre.
Ya para octubre de ese año, Nike comenzó su relación con
Boca, poniéndose firme con la indumentaria del guardavallas. Navarro Montoya,
sabiendo de las exigencias comerciales que se venían, mandó a bordarle el logo
de Nike a su buzo verde. Los de Nike se le cagaron de risa y fueron
contundentes: nada de diseños caseros, ni números raros. Todo debía seguir el
patrón de la marca de la pipa, sin contemplaciones.
El Mono finalmente tuvo que rendirse y aceptar el buzo
blanco con el impersonal número 1 de fábrica, en el debut de la empresa yanqui,
con empate 0 a 0 ante Racing, por la Supercopa.
También le tocaría usar el buzo negro, que mantenía el
template de la camiseta: la franja amarilla y las polémicas líneas blancas
criticadas por Maradona.
Cansado por estas cuestiones, pero sobre todo por su
relación con el técnico Bilardo, el arquero se marchó a España, para vestir los
colores del Extremadura. Y si bien el Mono se dio el lujo de volver a usar el
buzo del camión, se le complicó a la hora de mostrar el 1, porque de entrada le
dieron el 25.
Recuperó el 1 en el Mérida, pero después le dieron el 24 en
el Tenerife. Lo que no cambió fue la costumbre de irse al descenso, ya que bajó
con todos.
Tras pasar por el fútbol chileno, regresó a la Argentina
para jugar en Chacarita, Independiente, Gimnasia, Nueva Chicago y Olimpo, donde
siguió alimentando su fama de jugador descendente. Incluso en el medio tuvo
tiempo para actuar en el Atlético Paranaense de Brasil, para finalmente
retirarse en Tacuarembó FC de Uruguay. Siempre con el 1 parecido a un pinguino
de vino.
Hoy, con el Mono abocado a su tarea de Director adjunto (?)
de las divisiones inferiores de Boca, se lo extraña en las canchas argentinas.
Sobre todo ahora, que no hay descensos.
Material original extraído de: http://enunabaldosa.com/fueradestock/fuera-de-stock-el-1-de-navarro-montoya/
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