Carlos Delfino en #Rio2016
Carlos Delfino es fanático de Unión de Santa Fe. Sí,
alienta al equipo de básquetbol del club de cerca. Incluso, en plena
recuperación, se entrenaba allí. Pero, sobre todo, es un fiel seguidor del club
de fútbol. Sufre, alienta y se emociona en cada presentación del Tatengue.
Cabeza no lo niega. Cabeza se siente orgulloso. Cabeza es el más futbolero de
la Generación Dorada.
"Pero
estamos creando una atmósfera, un clima que, salvo Brasil por ser local, nadie
lo tiene. Y hay que aprovecharlo"
Carlos Delfino
Y, con esa manera de sentir el deporte, Delfino, de
33 años, se separó un poco de los comentarios de Luis Scola, Manu Ginóbili y
Andrés Nocioni, quienes en las últimas horas habían cuestionado la actitud de
los hinchas argentinos en los estadios de los Juegos Olímpicos Río 2016.
"Hay que destacar que estamos jugando de local prácticamente", dijo
ayer el escolta, minutos después del gran triunfo del seleccionado argentino
frente a Croacia por 90-82, en la segunda jornada del grupo.
"Sé que mis compañeros han hablado de lo que
están cantando y demás... Yo soy futbolero, a mí me gusta que griten y que
hinchen. No que insulten, vamos a ser claros. Pero estamos creando una
atmósfera, un clima que, salvo Brasil por ser local, nadie lo tiene. Y hay que
aprovecharlo. Está bárbaro que sea así. A nosotros nos sirve y nos ayuda mucho
", analizó Delfino, de 33 años, el jugador más joven entre los veteranos
de la Generación Dorada.
"Un torneo especial. Para Delfino, estos Juegos
Olímpicos son más que especiales. No sólo por lo que significa estar en este
tipo de competencias, sino además porque volvió a jugar después de de 1171 días
y 7 operaciones en su pie"
(La Nación 10 de agosto de 2016)
Si un jugador se mantiene ausente durante 1171 días. Si
padece siete operaciones en su pie. Si no tiene la posibilidad si quiera de
pisar el parquet de una cancha de básquetbol, ¿cómo mantiene su ilusión? No es
fácil ofrecer algunas respuestas; sin embargo, Carlos Delfino parece tener la
fórmula. Seguramente, habrá ayudado su buen humor. Y su talento. Con sólo verlo
moverse en la cancha, el Quesón, como se lo conoce, destila destreza y
elegancia. Su regreso había sido contra los Estados Unidos, el 22 de julio
pasado. Casi como un guiño del destino que sea allí, porque en esas tierras es
donde jugó los últimos años. En su retorno actuó 17 minutos y 16 segundos, e
hizo un triple, en lo que fue uno de los puntos más festejados del partido.
Delfino estaba de regreso.
Algunos de los jugadores de la NBA a los que enfrentó lo
felicitaron por esa vuelta. Y sus compañeros también tuvieron palabras del
mismo tenor: "Parece que nunca dejó de jugar", fue la reflexión de
Facundo Campazzo. Así vivió el Quesón aquel encuentro ante el Dream Team:
"Estaba mi familia en la tribuna y no sabía dónde se habían ubicado, mandé
a preguntar dónde se habían sentado y si estaban bien. No me animaba a mirar.
Te pasan tantas cosas por la cabeza...", expresó Delfino, en un reciente
documental de la CABB (Confederación Argentina de Básquetbol). Y añadió:
"Te pasan muchas cosas por la cabeza, me pongo emotivo y la gente te grita
cosas... Uno no quiere perder la concentración, porque lo que busca es no
trabarse mentalmente. Es muy lindo lo que va pasando, pero son tantas las
emociones que trato de tomar lo que me sirve y de esquivar algo que me puede
desenfocar".
Lo cierto es que Delfino se sorprendió cuando el entrenador
de la selección, Sergio Hernández, le propuso que formara parte de la
preselección de los Juegos Olímpicos en lugar de viajar a los Estados Unidos
para hacer pruebas individuales con franquicias de la NBA. Y la apuesta tuvo su
premio. Su padre y homónimo, ex basquetbolista y técnico, fue quien lo
entrenaba: "Hay algo que Carlos nunca perdió durante esta inactividad: la
efectividad en sus lanzamientos. Ahora vienen los amigos y me dicen que no les
mentía cuando les decía que el tiro estaba intacto. Antes de lesionarse tiraba
para un 40 por ciento y ahora está por encima del 60", contó a Súper
Deportivo Radio.
Todo eso, a esta altura parece ya un detalle, porque anoche Carlos
concretó el sueño de estar disputando su cuarto Juego Olímpico. El escolta
santafecino, uno de los sobrevivientes de los medallistas dorados de Atenas
2004, a los 33 años, volvió a sentir la altísima competencia. Anoche fue un
partido en el que su mano para los tres puntos no estuvo tan fina, ya que
apenas marcó 3 puntos, con 1 de 5 desde esa zona. Pero esas cuestiones quedaron
apenas como un detalle porque después de tanta batalla por volver...
En una entrevista con Basquet Plus, Carlos admitió que probó
de todo para poder jugar: brujas, médicos, reiki, "todas las máquinas que
existen" y hasta una estampita de San Expedito que tiene en su celular. Y
relató cómo fue la manera en la que dio con el médico que le cambió su vida. En
Bologna, Italia, en septiembre del año pasado, y tras su sexta operación, el
podólogo que lo atendió para cortarse las uñas de los pies le recomendó ver un
médico: un tal Sandro Giannini. Algunos le habían comentado que estaba
retirado. Giannini, de 78 años, lo operó en noviembre pasado y le dijo que
había que quitar huesos. Después de tres semanas de yeso, se lo removió y le
indicó que ya debía caminar. El Quesón no lo podía creer: ni siquiera había
llevado su zapatilla derecha. Desde ese día, su recuperación fue cada vez
mejor. "Ví huesos que eran como ceniza, estaban muertos. El tipo sacó
todo, rellenó con otras cosas, hicimos células madre también. Y así fui
empezando", relató Delfino.
Por su condición de agente libre, ahora Carlos tiene una
oportunidad única. En los Juegos Olímpicos, la cita más importante del
básquetbol mundial, le dijo al planeta naranja que está de vuelta.
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